Ha muerto Francisco Cano, un gran compositor
Más de un mes sin escribir en esta bitácora. Y ha sido por tu culpa, Paco. No podía escribir de nadie que no fueras tú después de que te nos murieras el jueves 12 de diciembre, justo después de cumplir tus setenta y cuatro años.
Nuestro compositor Francisco Cano Pérez, nacido en 1939, moría aquejado de cáncer y de neumonía aguda, a las diez de la mañana de ese día. Los que estábamos contigo desde hace años sabíamos de tu enfermedad, pero esto nos ha tomado de sorpresa. Un ingreso, unos días en los que parecía que
mejorabas, y de repente, la UCI y la muerte, días 11 y 12. Se nos fue el amigo, el cascarrabias, el que se apartó del mundanal ruido de la corte hace más de veinte años, el compositor exquisito, el amigo que siempre te guardaba lo mejor de su afecto mientras peroraba “contra esto y aquello”.
Paco era un madrileño castizo, y le gustaba posar de ello. Al mismo tiempo, realizó composiciones exquisitas para la orquesta, para la voz, para la música de cámara, y hasta para el teatro. Fue uno de los fundadores de la Asociación de compositores sinfónicos españoles, ACSE, ajeno a la vanguardia (no practicó muecas estéticas, no las necesitaba), un músico típico de la posmodernidad en lo artístico, si es que posmodernidad quiere decir descreer de los milagros de las grandes ideologías o gramáticas artísticas y políticas y considerar que el pasado sigue vivo en el presente, aunque de otra manera.
Esa otra manera es la inspiración interna de las obras de Francisco Cano: Sensorial, Acuario Dionisíaco,un perfecto tríptico orquestal de temas ambiguos, que surgen y desaparecen, que regresan, que nunca se definen, con una tímbrica bellísima, porque Paco dominaba el color de la orquesta. Siempre anhelamos oír íntegro este tríptico en un solo concierto (serían algo menos de treinta minutos de música); las Seis canciones españolas; el Quinteto hedonista (Paco lo era:hedonista, quiero decir); la impresionante Cantata hispánica, que él pretendió reflejo de las culturas que formaron España, de acuerdo con la tesis de Américo Castro (“los españoles nacieron a la vida histórica sin conciencia de ser celtíberos, y sí de ser cristianos, mudéjares o judíos”.) No tengo más remedio que señalar también dos obras escénicas para las que le escribí libreto. Una es la ópera infantil Solimán y la reina de los pequeños, un juguete dramático en el que lo importante es la música refinada de Paco. Y, frente a esta obra para niños y con niños, una obra realmente golfa, la zarzuela Penas de amor prohibido, encargo del Ministerio, que nunca se estrenó porque vino otro equipo algo más facha (por decirlo de algún modo) y un director general llamado Amorós impidió el estreno que el Teatro de la Zarzuela ya preparaba: la programaba Javier Casal, director del teatro, iba a dirigir Galduf, la iba a poner en escena Olmos. Éste estaba encantado con el proyecto, pero cuando algo después se vio director de La Zarzuela se volvió atrás. ¿Recibió amenazas de muerte o prefirió engolfarse en sus zarzuelas, en las que pareció perder la imaginación y el rigor? Bueno, no creo que la cosa llegara a tanto como a la amenaza, pero tú ya me entiendes, Paco.
Volveremos pronto a hablar de Paco Cano, el que se retiró de la vida cortesana, mas no por imitación de Fray Luis, sino acaso por razones muy distintas. El hedonismo le llamó a la periferia con una voz tan poderosa como la del arte, pero en música y otras manifestaciones artísticas hay que saber ser cortesano, ser continuador de Gracián, Mazarino y el Cardenal de Retz (todos ellos eclesiásticos, caramba). Y no era lo suyo. Eso no impidió que en esos años compusiera las dos obras escénicas ya mencionadas y algunas más. Su última obra es una breve secuencia que él se divirtió en denominar, sin pedantería pero con cachondeo, Variationen für meine Freunde, para piano solo. Tengo la partitura manuscrita. Estaba destinada a José María Pinzolas, que interpretaba sus obras, pero Pinzolas ya no puede estrenarla debido a su enfermedad. Deben de ser siete u ocho minutos de música. Intentaré que la estrene alguien que dé la talla para una obra de Cano. Francisco Cano Pérez, descanse en paz, como decíamos en nuestra página de Scherzo a las pocas horas de morir él, hace ya un mes.
En octubre de 2066 la ORCAM estrenó el Concierto para piano, ‘Sagitario’, de Francisco Cano, con José María Pinzolas como solista y dirección de José Ramón Encinar, junto con un precioso tríptico del catalán de Barcelona Ramón Humet, Tres nocturns. Tuve ocasión de escribir las notas del programa, y la parte correspondiente a Paco Cano puede dar idea de quién y qué era este excelente compositor que ahora hemos tenido que despedir. Pueden consultar en el siguiente enlace, aunque hay que advertir que cierta profecía que ahí incluí no se cumplió. La fotografía que me permito incluir es de ese mismo día, justo después del estreno.