Ellos quieren que no cantes
Son ustedes incorregibles, me dice alguien al que prefiero dejar en el anonimato. Cómo se puede, continúa, escribir sobre música cuando el mundo está en guerra y la patria está por reventar. Lo dice así: la patria está por reventar. Y eso denuncia su educación sentimental, es un canto que a los más jóvenes acaso no les diga nada; y tampoco a los de buena familia. No lo aclararé ahorita, pueden acaso buscar en la red.
Es usted como Adorno, podría haberle espetado: ¿hacer poesía después de Auschwitz? Y mire cuánta poesía se ha escrito desde entonces. Pero el siglo XX fue así: nos hizo perder todas las inocencias y cometió (casi) todos los crímenes. Instaló la democracia, aunque a nosotros nos llegó muy tarde gracias al mono cabrón que instalaron aquí los alemanes e italianos y supieron aprovechar Churchill y los americanos. Pero la instaló. Antes, no existía, digan lo que digan.
Así que hoy haré un canto por la democracia, mientras manejo un hermoso libro sobre una musa llamada Núria Espert, escrito por Ana Mª Arias de Cossío y publicado por Ediciones Cumbres. Trataré de este libro en el próximo escrito de este cuaderno de bitácora. Al que cuido bastante, aunque en una acción que ya me ha sido reprochada, ay.
Eso sí, cántenlo como una ranchera.
Ándele, venga orita el contrafacto.
La ODA
Vives libre en un mundo
Que se desgarra
Un peligro tras otro
Nos atenaza
Cómo quieres que escriba de los sonidos
Si un idiota y un niño
Nos amenazan.
Pues sabrás que la música
Es gran pecado,
Que por ella se hunden
Los condenados.
Disparar a los brillos
Del instrumento.
Disparar a las voces
De nuestros cantos.
Disparar altavoces,
Hechos pedazos.
Y al final regresar
Todos contritos.
A escuchar que la culpa
No es del disparo,
Que la culpa la tienes
No más tú mismo
Por dejarte llevar
De idolatrías,
De consumo, impiedad
Y cobardía.
Y tras este canto, que no deja de ser música, ya pueden disparar, que es la última Oda y la última canción. No tiene uno arreglo. Hasta para preparar la mortaja se pone uno a cantar.