Arturo Tamayo, en la muerte de Francisco Cano
Arturo Tamayo, excelente director español radicado en Alemania y defensor de la música de nuestro tiempo, me escribe esta carta (este mensaje). Lo reproduzco con su autorización. No todo: la mayor parte.
Querido Santiago: Ángel Luis Ramírez me envía el enlace de tu artículo en recuerdo de Paco Cano y tengo que decirte que la noticia de su fallecimiento me ha producido un enorme desasosiego. Uno más que se va y de los que no tenían que marcharse. Hacía mucho que no lo veía (mi continua ausencia de España me ha hecho muy difícil el mantenimiento de muchas relaciones), pero las pocas veces que nos pudimos ver nuestra amistad se renovó profundamente. Creo que la última vez que nos encontramos fue en el Prometeo de Nono en el Monumental, yo no sabía nada de su enfermedad.
Es muy curioso recordar como nos conocimos. Allá por la mitad de la década de los sesenta los alumnos de composición del Conservatorio presentaban sus obras en ejercicios públicos. Fue Gerardo Gombau quien nos indicó su existencia, diciéndonos: “Hay un compañero de Uds. que ha escrito un sexteto. Vayan a escucharlo”. (Gombau nos trataba a todos de Usted. Más que una forma de guardar las distancias era un signo de respeto hacia nosotros. Con posterioridad comprendimos que era una forma de indicar el aprecio que sentía por nosotros.) Allí fuimos y quedamos subyugados por su música. Nos acercamos a felicitarle y ya en aquella primera ocasión pude comprobar la inmensa sensibilidad que llevaba dentro de él. Era el pudor que todo creador sufre al ver su obra que considera imperfecta presentada en público. Nos habló, excusándose, de la excesiva carga “expresionista” que contenía su música. Me recordaba al Frenhofer de Balzac de manera insistente… (“Enseñar mi obra?….algo imperfecto, jamás!”).Pero el contacto estaba hecho y la amistad comenzaba.
De sus dificultades para dar a conocer su música sabía algo. Las personas que no hacen compromisos, ni se dedican a “hacer antesala” tienen muchas dificultades en nuestro país. Además, Paco se había retirado de la “vida pública” lo cual no ayudaba a la propagación de su estética musical y la poética de sus obras… aunque personalmente estoy convencido de que cuando la producción de un autor de calidad, y la de Paco la tiene, no se llega a conocer, es porque hay una serie de intereses, generalmente personales, que impiden la difusión de esta música.
En una cosa no estoy de acuerdo contigo: cuando dices que era “ajeno a la vanguardia”. Independientemente de que no me gusta este término por su connotación militarista, Paco vivió siempre la aventura de abrir a su música una proyección hacia el futuro y en su poética musical se encuentran asimilados y elaborados todos los logros que la que -podríamos llamar-“vanguardia histórica” había conseguido. Con ello obtuvo un lenguaje personal y de gran coherencia estilística: Paco había vivido la experiencia de la modernidad dentro de él mismo, sin golpes de teatro ni declaraciones tonitruantes. Asimilar y no imitar, aquí podemos encontrar el secreto de su vanguardismo estético.
De ello vive su música, esa música de Paco que todos debemos guardar en la memoria: perfecto equilibrio formal, muy cuidada realización artesanal, gran exquisitez de escritura, con personalidad propia y –tal vez extrañe el término – dotada de una inagotable y fresca inspiración. Me gustaría poder cumplir el deseo tuyo de hacer escuchar su tríptico orquestal en un concierto. No creo ser un director que tenga que excusarse por falta de dedicación al repertorio de nuestro tiempo, pero las ocasiones que se me presentan en España, como bien sabes, son muy escasas. Cuando tengo que hacer un programa intento siempre “enderezar entuertos” o poner el dedo en la llaga. La desaparición de tantas posibilidades para dar a conocer la música actual (Festival de Alicante, CDMC) dificulta enormemente las iniciativas que se pudieran tomar…De todas maneras, me apunto la sugerencia. Quién sabe…
Lo que cuentas del Teatro de la Zarzuela alcanza lo indecible. Personalmente no creo que esto haya sido producido, como tú dices, “por un equipo más fachoso” sino por uno incompetente. La incompetencia, cuando va unida a la ignorancia, puede causar estragos irreparables. Imagino la decepción de Paco (aunque creo que él estaba ya acostumbrado a “nadar en todas las aguas” y curado de espantos), y espero que se lo tomara con filosofía… porque Paco ocultaba detrás de su estilo campechano y -por qué no- “cascarrabias”, una sensibilidad extrema y a flor de piel. El se llamaba “hedonista” y este hedonismo se refleja no solamente en la sonoridad de su orquesta (que yo calificaría más como “exquisita”) sino de la facilidad que el tenía en producir texturas con la combinación de sonidos. Una vez a Stravinsky le preguntaron: “¿Porque compone usted?” La respuesta del viejo maestro fue: “por el placer que me produce el hecho de componer”. Esta reflexión se la podríamos aplicar a la música de nuestro amigo.
André Malraux escribió una vez que “…un gran artista no es autónomo por ser original, es original porque es autónomo, de ello surge su condición de solitario. Pero hemos descubierto en qué constelación se encuentran estas estrellas solitarias: los grandes artistas no son los transcriptores del mundo, son sus rivales”:
Así quisiera yo recordar siempre a Paco, como el creador solitario que fue, opuesto a su entorno para encontrar su propia voz.
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Recibe un fuerte abrazo de tu amigo
Arturo Tamayo